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Hace ya cinco años que, partiendo de
Estados Unidos, la economía mundial entró en crisis. Y cuatro desde la quiebra
de Lehman Brothers cuando se encendieron todas las alarmas. Unos meses después
se extendió a Europa donde se ha ensañado
y hace sentir sus repercusiones en el mundo comenzando por el declinante
imperio americano justo en momentos en que
está definiendo su orientación política entre la insolidaria visión
republicana, desentendida de los aspectos sociales, y el permanente compromiso democrático
con su pueblo, de forma especial en horas de notorias limitaciones para
sectores altamente vulnerables. En Europa, algo de esa misma textura insolidaria
se ha venido tejiendo desde el 9 de mayo de 2010 con los ásperos hilos
entreverados de la austeridad de la mano de la Canciller alemana, Ángela
Merkel, y el beneplácito de sus colegas de Francia, Austria, Bélgica, Finlandia
y Países Bajos a cuyas orillas la crisis por entonces apenas había asomado sus
fauces sin causar estragos. Se abandonaba de un tajo el sendero keynesiano
abierto transitoriamente tras la primera reunión del G20 y que Obama recorrió
durante un año con cierta timidez y similar resultado, al igual que algunos gobernantes
de países de la Unión Europea que lo imitaron esperanzados en generar crecimiento que reactivara la economía o
al menos frenara la inercia cuesta abajo y producir empleo que se destruía de manera veloz con los consiguientes
efectos sociales y fiscales por el mayor gasto en subsidios.
Austeridad y Crecimiento han devenido
en sendas insignias de las dos vertientes políticas en que hoy se debate occidente: la conservadora y la democrática. En
el viejo continente, durante los últimos
tres años la dirección política ha variado, con la constante de que todos los
partidos gobernantes, de uno y otro color, han sido derrotados como respuesta primaria
de la psicología popular de castigar a quienes han estado al frente de los destinos
nacionales durante el período de la crisis. Los presidentes socialistas de
Grecia, Portugal y España fueron derrotados por candidatos “populares” de
derecha. Por la otra parte, Sarkosy en
Francia, partenaire de Merkel en la
danza de la austeridad, fue vencido por Hollande, socialista prudente que
después de hablar alto en Europa y en el mundo con un discurso acorde con su doctrina, hoy se recoge en sus
dominios a fin de ambientar un programa de recortes en el gasto público,
compensado en parte con mayores cargas tributarias a los sectores de muy altos
ingresos, lánguido destello de la política del New Deal cuando la Gran Depresión. En el escenario de los
gobernantes ha aparecido un nuevo espécimen, el del técnico -hay quien lo llama
“econócrata”-, estrenado en Grecia y vigente en Italia como recurso de
emergencia ante el fracaso de los políticos profesionales y de sus respectivos
partidos.
La política de la austeridad ha sido
la respuesta a una delicada situación de
indudable incidencia en las finanzas públicas y en general en la economía de un
país: el aumento del déficit y de la deuda, que el mercado ha castigado de manera inclemente y ha dado pábulo a que
los especuladores se solacen en el
columpio de las volátiles cotizaciones de las bolsas y de las monedas obteniendo
pingües beneficios.
Al entrar en el procedimiento de déficit
excesivo -PDE, Grecia primero, después
Irlanda, luego Portugal y Grecia de nuevo, y después al rescate de sus finanzas públicas, se suma desde hace tres meses el prospecto
de España –economía que representa el 8,5 % del PIB de la UE-, al que le sigue
el de la pequeña Eslovenia, y se avizora
el de Italia por lo que sus primas de riesgo suben ante las expectativas de
convertirse en realidad o bajan cuando las indecisas autoridades europeas hacen
guiños o bisbisean el anuncio de su
intervención. Este comportamiento, producto de la indecisión que durante los
tres últimos años tanto daño ha causado a países y a la credibilidad en el euro, por fin cede para dar paso a resoluciones que arrojan
claridad y certeza. Los avances recientes en el diseño de la Autoridad
encargada de la supervisión conjunta de los bancos, camino de la Unión Bancaria
Europea, el anuncio del BCE de comprar deuda en mercados secundarios de países
en zona de rescate o de peligro en las cantidades que sea necesario, y el fallo
de la Corte Constitucional de Alemania ratificando la legalidad de la
participación germana en el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES), aunque limitada
en cantidad, deben interpretarse como la corrección del rumbo que llevaba la
divisa europea. El repunte de su cotización, de 1,26 a 1,31 por dólar americano en la última semana, así lo confirma. En consecuencia, ese flanco ha
quedado a salvo por lo que surgen expectativas de que otros, como el de la
unidad ente los miembros de la Unión, el más importante, también pueda
mantenerse después de esta larga turbulencia.
Sin embargo, este nuevo escenario no
significa que la situación crítica de los países en zona de riesgo se haya modificado
sustancialmente, aunque sí hay que prever que los mercados dejen de ver a tales
países como economías fallecientes, pues ya saben que sus finanzas públicas están respaldadas por el BCE como
depositario de la soberanía monetaria de toda la zona euro. Sería de esperar
que el presidente de gobierno de España modificara la estrategia de dilatar el
pedido de rescate a la espera de que pasen, el 21 de octubre, las elecciones
del País Vasco y de Galicia, similar a la empleada a principios de este año cuando
los recortes que tenía que hacer para satisfacer los requerimientos de Bruselas
esperó a que tuvieran lugar las elecciones comunitarias en Andalucía y Asturias
que, sin embargo, resultó perdiendo. De lo contrario, los especuladores volverán
a su trabajo si bien hoy están liquidando
beneficios a la espera de otras circunstancias que no tardarían en darse.
La crisis europea sigue haciéndose
sentir en el resto del mundo. Los países emergentes del BRIC reducen todos sus
estimativos de crecimiento, sus exportaciones disminuyen y también sus
importaciones con lo que decae la producción, como es el caso de China, próximo
además a cambio de gobierno para los próximos diez años. Estados Unidos
atraviesa por un momento crítico pues
los índices macro, y en particular el del empleo, no ayudan a hacer confiables las
políticas y las promesas de Obama de reducir el déficit, hacer crecer la
economía y disminuir el paro. Por fortuna, allí, como en Europa, la política
monetaria ha tomado nuevos rumbos. La FED, de manera próvida, o quizá tardía
desde el punto de vista electoral, anuncia “compras de títulos de agencia
respaldados por hipotecas” por 40.000 millones de dólares mensuales y que mantendrá
su tasa de interés -0,75%- hasta mediados de 2015, en busca de activar la
economía, comenzando por el crédito bancario. Es decir, Obama en Estados Unidos
se decanta por el sendero del “crecimiento”, mientras Romney, el candidato
republicano a la presidencia, endurece un discurso adusto, frío y agrio pregonando
con trompetas imperiales el reino de la “austeridad” para reducir el déficit
sin importarle un higo la suerte de los pobres, los desempleados que quedarían
al desamparo total en un régimen republicano ni el efecto negativo que conlleva
sobre la misma economía. Parte del supuesto, al igual que Rajoy en España, que
reducido el déficit llegará como por encanto el crecimiento, aunque no dice
cuánto durará la abstinencia presupuestaria, ni cómo, ni cuándo caerá el maná.
Y mucho menos quienes serán los que más limitaciones y angustias sufrirán que,
bien sabido está, serán los más pobres. Por si fuera poco, promete derogar la
ley del “Obamacare” que hoy comienza a cubrir, gradualmente, a treinta millones
de americanos que no cuentan con ningún tipo de servicios de salud. En la misma
vía se hallan los recortes en salud y educación, a la investigación y a la innovación, más el
aumento del IVA a los materiales educativos y culturales, del 8 al 21%, que
desde el 1 de septiembre ha decretado Rajoy y ratificado su amplia mayoría
parlamentaria. Manes de la derecha.
Por fuera de la zona euro, la gran
economía británica está a punto de salir del armario en el que tácticamente se
ha camuflado mientras se cumplía su compromiso mundial con las olimpiadas. En
breve empezará a exhibir sus carencias
inclusive la débil gobernanza de la coalición política y se cuestionará de
nuevo si ser el campeón del euroescepticismo y declararse rebelde a las
políticas de disciplina fiscal de la UE están beneficiando o perjudicando al
gobierno de Cameron y al pueblo británico.
Volviendo a España, a más de las
nutridas y pacíficas protestas sociales como las de este sábado, que exigen
someter a referéndum el plan de recortes que las autoridades europeas impondrán
al momento del rescate, resurge con
fuerza y en momento crítico la amenaza independentista catalana que reclama
plebiscito (similar a lo que se prevé en Quebec, Canadá, después del reciente triunfo
del Partido Quebequense –PQ,) para consultar al “constituyente primario” su
voluntad sobre la revocatoria o la permanencia en el Reino de España. Asunto
que no es tan simple por las implicaciones jurídicas y económicas, a más de las
políticas que envuelve. En similar dirección, se espera que el País Vasco se
pronuncie después de las elecciones del 21-10, cuando los partidos
independentistas, PNV y BILDU, se hagan con las mayorías parlamentarias de la
región, tema que amerita seguimiento y análisis posterior.
En América Latina, las predicciones
de crecimiento económico se encogen. En Brasil la política económica se mueve
entre el modelo aperturista y el proteccionista al compás del comportamiento de
algunos sectores económicos y los niveles de consumo. Entre sus carencias
destacan su intrincado y complejo sistema impositivo, las altas tasas de interés,
la ineficiencia del sector público en una economía mixta, como es el caso de
Petrobras que liquida pérdidas en su último ejercicio, la corrupción en la
administración pública y las burbujas que se vienen inflando, como la
inmobiliaria que en 10 años ha multiplicado sus precios por diez en ciertas zonas como en Río de
Janeiro. Después de altos índices de crecimiento ahora rebaja sus predicciones
drásticamente –al 2 o 3%- por lo que las autoridades estudian medidas
tendientes a su reactivación.
En Argentina, la política
proteccionista y nacionalista, al mejor estilo populista de “Kristina”, frena
el proceso integracionista de MERCOSUR, se reduce la inversión extranjera
directa –IED, aumenta la desconfianza general en las cifras de las
estadísticas, especialmente las del IPC que publica el INDEC hasta el punto de
que dejan de ser tenidas en cuenta por sectores mediáticos serios. Como si
fuera poco, el desempleo aumenta, al igual que la inseguridad en la capital, y
disminuyen, a cero, las expectativas de crecimiento, mientras la señora
Presidenta busca un nuevo mandato que requiere reforma constitucional y que hoy
radicaliza al electorado.
El caso de Colombia, economía que ha
venido con viento de cola a favor en los últimos años, entra en un período de
observación. La inflación que el año pasado fue del 5,5%, tiene como meta para
2012 entre el 2% y el 4% que tiende cumplirse según el DANE que registra el
3,11 en agosto de 2012; y las previsiones de crecimiento se mantienen a niveles
aceptables –entre el 4 y el 5%-. De forma simultánea, sigue aumentando el
torrente de ingreso de inversión extranjera y de dólares y persiste la perniciosa
revaluación del peso -la mayor del mundo- que junto con los Tratados de Libre Comercio
–TLC, destruyen empresas y empleo productivo por supuesta “ineficiencia” o
falta de “competitividad”. Lo anterior hay que enmarcarlo dentro de las
políticas macro que dan como resultado la creciente dependencia del sector
petrolero-minero, intensivo en capital y causa de conflictos sociales y
deterioros ambientales, más el ingente gasto del sector público que comienza a
palparse y que se incrementará en los próximos años con destino a la necesaria
construcción de infraestructuras físicas modernas, todo lo cual conforma, a
manera enunciativa, los puntos hacia donde hay que dirigir el atalaya técnico
pero con visión política de futuro, incluido el seguimiento al curso de las conversaciones
de gobierno y guerrilla tendientes a superar el conflicto armado.
Por su parte, Perú parecería
mantenerse inmune por cuanto se prevé un alto ritmo de crecimiento,
posiblemente el más alto de América Latina en 2012, gracias al impulso de los
diferentes sectores de la economía, principalmente el primario, minas,
agricultura y pesca, y a los aumentos del consumo interno al incorporar nuevos
sectores al ciclo económico con la consiguiente reducción de la desigualdad y
la pobreza. Caso que amerita también observación especial.
México que depende en su comercio
exterior, al igual que Canadá, del bloque de libre comercio –NAFTA, con Estados
Unidos, después de un año crítico (en 2009 el PIB disminuyó el 6%) mantiene
desde 2010 un ritmo de crecimiento estable,
del orden del 4%, la inflación se sitúa entre el 3% y el 4%, su
actividad comercial internacional crece en cifras cercanas al 7%, la
devaluación de su moneda, del 14% en este año, ayuda a su competitividad
internacional, la tasa de desocupación nacional disminuye ligeramente gracias
al crecimiento del empleo industrial que es sector prioritario en su conjunto
económico, bien distinto a Brasil que depende en muy alto grado de
exportaciones de productos primarios sin mayor valor añadido por lo que tiene
que privilegiar el consumo nacional de sus productos industriales.
Austeridad o crecimiento, apretar o
aflojar el cinturón de la silla del avión en un vuelo cuyo control no tienen
los gobernantes, por cuanto la carta de navegación es manejada por la “mano
invisible” del mercado, y que en el mejor de los casos intentan adivinar o
copiar de otros, parece que es cuestión de cuándo, en qué momentos hacer lo uno
o lo otro, sin esperar los avisos de turbulencias. Las
medidas de contracción del gasto no son para tomarlas cuando los índices
muestran decrecimiento, que es echar leña a la hoguera como lo está demostrando
Europa, sino justo todo lo contrario, cuando se está en los gozosos. Y a la
inversa.
De lo que se trata es de actuar con
anticipada y prudente previsión de futuro. De
esa manera, se puede evitar actuar erróneamente
ante la conflagración, lanzando más combustible en lugar de sofocar las llamas
como corresponde a un bombero. Esto es también aplicable a las empresas y a las
personas en cuanto al endeudamiento pues los acreedores van a cobrar de todas
maneras sea que haya bonanza, ingresos y empleo o que se venga la crisis con
todas sus devastadoras consecuencias.
Insistir en que el progreso no es
indefinido y que los ciclos económicos son propios del sistema capitalista, son
presupuestos esenciales para el manejo prudente en busca de una economía sana. Es
lo recomendable. Y tener presente que en las crisis la ética también tiene su papel por jugar: estar al lado de los más
desfavorecidos es el emblema de la ética
de la justicia social.
Valencia, septiembre 16 del 2012.