sábado, 23 de mayo de 2020

Héctor Andrés Tinoco Navarro, científico natural de Honda, al frente de proyecto de ventilador contra el coronavirus en la UAM

Héctor Andrés Tinoco Navarro
Director del proyecto y líder del Laboratorio de Mecánica Computacional y Experimental de la Universidad Autónoma de Manizales.
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Una buena noticia para Colombia y el mundo, nos trae la revista SEMANA, en esta nota donde el científico Héctor Andrés, natural de la ciudad de Honda, líder del laboratorio en la  Universidad Autónoma de Manizales esta al frente de el proyecto que contribuirá a salvar vidas.
He aqui la nota.
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Coronavirus: ventilador creado en Manizales ya se puede producir en masa

Investigadores de la Universidad Autónoma de Manizales crearon AirLife, dispositivo que busca evitar que los pacientes de coronavirus lleguen a estados críticos.



Entre los paciente de covid-19 el tener acceso a un ventilador artifical puede ser la diferencia entre superar o no la enfermedad. Cuando el paciente en estado crítico pierde la capacidad de respirar por sus propios medios, el aparato cumple esa tarea. Provee oxígeno y extrae dióxido de carbono, por eso la carrera de los gobiernos por conseguir estos equipos.
Desde el inicio de la pandemia las universidades han adelantado desarrollos en ese sentido.  Esta semana, la Universidad Autónoma de Manizales confirmó que AirLife, su proyecto para prevenir que pacientes con covid-19 lleguen a estados severos de la enfermedad, fue probado con éxito y puede ser fabricado en masa.
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El investigador Héctor Andrés Tinoco, director del proyecto y líder del Laboratorio de Mecánica Computacional y Experimental de la Universidad, precisó que el dispositivo es "una herramienta de amplio espectro y de fácil implementación, con la cual se pretende reducir el tiempo en que un paciente con covid permanece en cuidados intermedios o evitar un estado de cuidados intensivos previniendo el uso de la ventilación invasiva”.  
Esta iniciativa propone un circuito de ventilación de presión positiva para las vías respiratorias (CPAP) de bajo costo para atender emergencias de pacientes con patologías no severas ni fibróticas producidas por el virus SARS-COV-2. La base inicial del diseño fue tomada de los modelos reportados por el University College of London Hospital. El dispositivo fue rediseñado en cooperación y manufacturado por empresas de la ciudad de Manizales.
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Para funcionar, AirLife envía un flujo estable de una mezcla aire/oxígeno a presión positiva continua en la vía aérea (CPAP), lo cual minimiza el esfuerzo de inspiración. Permite que los pulmones permanezcan abiertos con el fin de incrementar la concentración de oxígeno en estos. La covid-19 dificulta la respiración por la inflamación pulmonar, para lo cual el CPAP permite respirar con menos esfuerzo y además no requiere de aire medicinal.

El experto explicó que este sistema presenta unas ventajas técnicas para el uso clínico de pacientes: mantiene la presión constante en la respiración sin intubación; puede promover un patrón de ventilación con mayor protección pulmonar; tiene fácil control de flujo, de concentración de O2 en la vía aérea y no necesita aire medicinal, además cuenta con sistema cerrado y filtros virales, lo cual lleva al sistema a ser razonablemente seguro (evita los aerosoles). 



Tinoco aseguró que AirLife cumple con los requerimientos técnicos y clínicos reportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se adapta a los protocolos para pacientes con covid-19 emitidos por el Instituto Nacional de Salud de Reino Unido (NHI-UK). Agregó que este proyecto actualmente se encuentra evaluando los trámites necesarios para la postulación ante el Invima con el apoyo del S.E.S. Hospital de Caldas.

Además, AirLife cuenta con toda la documentación técnica de funcionalidad, evaluada en el laboratorio, pruebas clínicas y médicas realizadas.

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Tomado de;



viernes, 15 de mayo de 2020

Dos años del Centro Cultural del Banco de la República de Honda

Fachada del Centro Cultural de Honda Banco de la República
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El 15 de mayo del presente año, El Centro Cultural de Honda Banco de la República, cumplió 2 años de retronar al Banco, luego de haber sido administrado por Gadier, Colsubsidio.
Hoy su Director es Ángel Eduardo Moreno Marín, quien le ha dado una dinamica agil y de reingeniería cultural en todos sus aspectos, contando ademas con un excelente equipo de trabajo.
Mayo 15 de 2018- Mayo 15 de 2020
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El presente articulo es del boletin de prensa del año anterior. Y como es de actualidad lo hemos traido a colación.
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BOLETÍN DE PRENSA, NOTICIA
Honda, Jueves, Mayo 30, 2019 - 16:31

El primer año del Centro Cultural del Banco de la República en Honda

¿Qué cambió en este periodo? ¡Muchas cosas!

¿Qué cambió en este periodo? ¡Muchas cosas! Se renovaron los espacios físicos, se consolidó una oferta de servicios que vinculan a Honda con toda la red cultural del Banco de la República, se amplió la programación con actividades para distintos públicos y se consolidó la vocación del Centro Cultural a la apropiación social del patrimonio cultural. En esta noticia les contamos más detalles…
El Banco de la República inauguró sus servicios culturales en Honda el 21 de mayo de 1998, lo hizo tras el cierre de la tesorería en esa ciudad y tras una adecuación a su emblemático edificio, una construcción de estilo moderno que diseñó el arquitecto austriaco Otto Marmorek Kauffman y que abrió sus puertas en 1938. En principio prestó únicamente los servicios de biblioteca y, con los años, estos se ampliaron a todos los otros frentes de acción de la labor cultural del Banco: artes plásticas, música de cámara y colombiana, y divulgación del patrimonio, a través de las colecciones arqueológicas del Museo del Oro.
Con los años, este Centro Cultural se ha transformado en un edificio amable que se ha ido adecuando a los rasgos y las formas de ser del paisaje, con salas de lectura que acogen una colección de más de 28.000 ejemplares y desde las cuales se puede acceder a terrazas y a un balcón desde donde se ve el río Gualí y se tiene una buena panorámica de la ciudad, con alturas generosas que mitigan el clima ardiente y con voladizos en su cubierta que dan sombra en las tardes.
Pili Bernal © Banco de la República
Desde que el Banco de la República asumió su administración total, hace un año, el Centro Cultural inició un proceso de renovación: por un lado, de sus servicios culturales y de la vocación de su programación, cuyo principal énfasis es la apropiación social del patrimonio cultural; por el otro, de sus espacios físicos, a los que se les realizaron algunas intervenciones con el objetivo de garantizar el aprovechamiento de los recursos, la adecuada preservación de las colecciones y la comodidad de todos los usuarios. En el futuro próximo se prevén nuevas obras que faciliten la movilidad de las personas en condición de discapacidad.
Con la nueva administración también se vinculó al Banco un equipo interdisciplinar de seis profesionales que son responsables de los servicios y la programación del Centro Cultural de Honda. El grupo está liderado por Ángel Moreno, como gerente, e integrado por Pili Bernal, profesional; Liliana Botero, coordinadora; y las auxiliares Angélica Mora, Yaneth Lame y Adriana Toro. El grupo profesional también genera dinámicas de mediación cultural por fuera de las instalaciones del Centro Cultural, con programas que impactan las distintas comunidades rurales de la región. 
Queremos ser un espacio de encuentro que aporte en el mejoramiento de la calidad de vida de todos los habitantes de esta ciudad histórica.
“En esta nueva etapa queremos posicionar nuestro Centro Cultural como una plataforma de conocimiento, abierto y atento a la diversidad cultural de nuestro país y del mundo, y como un laboratorio en el que se puedan explorar soluciones y dar respuesta a las necesidades de la región desde la perspectiva artística y cultural. Queremos ser un espacio de encuentro que aporte en el mejoramiento de la calidad de vida de todos los habitantes de esta ciudad histórica, tan importante a la hora de revisar nuestro pasado y la diversidad que nos caracteriza en el presente”, explica Ángela Pérez Mejía, subgerente cultural del Banco de la República.
Ángel Moreno © Banco de la República
En este primer año 74.000 personas han utilizado los servicios culturales y participado en las actividades organizadas por el Centro Cultural, que también se han diversificado y ampliado su oferta a través de proyectos enfocados a la población infantil, especialmente para motivar en ellos hábitos de lectura y, desde propuestas lúdicas, el acercamiento al patrimonio cultural de su entorno. Los jóvenes también han tenido espacios privilegiados con temáticas vinculas a la música y el arte, vale la pena recordar el taller de hip-hop que se realizó junto al reconocido artista urbano “El vago Villa”, en el que se abordó desde este género musical aspectos particulares de la vida cultural e histórica de la ciudad. Así mismo los investigadores y la ciudadanía en general han tenido acceso a un espacio rico y propicio para el diálogo y le generación de ideas que aporten al desarrollo local, a través de una nutrida programación de conferencias y seminarios. Y un evento para recordar: como parte de Temporada Nacional de Conciertos del Banco de la República en diciembre de 2018 se presentó el Cuarteto Colombiano en el Parque José León Armero, un recital al aire libre que contó con más de 320 asistentes.
El trabajo que hagamos desde nuestro Centro Cultural permitirá reconocer la importancia de quienes habitan y viven el río Magdalena desde sus distintas prácticas sociales y culturales.
“Nuestro quehacer inmediato y a largo plazo estará marcado por la importancia de generar apropiación social del patrimonio cultural en la región, que permitirá a las comunidades valorar el acervo cultural y natural de sus entornos, así como hacer el mejor uso y aprovechamiento de los mismos, con el fin de que la cultura, las artes en relación con el turismo, generen mejores oportunidades para el desarrollo local. El trabajo que hagamos desde nuestro Centro Cultural permitirá reconocer la importancia de quienes habitan y viven el río Magdalena desde sus distintas prácticas sociales y culturales, así como insistir en el cuidado que debemos tener con nuestros recursos naturales desde la perspectiva del desarrollo sostenible”, explica Ángel Moreno, gerente del Centro Cultural.



viernes, 8 de mayo de 2020

Salto de Honda, Quebrada Seca, Puerto Bogotá, Cerro Cacao en Pelota y puerto de El Retiro, hoy. Visto por Mark en 1843

Honda. Edward Walhouse Mark, 1843. Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República
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Esta ilustración de Mark del año de 1843, muestra el salto , raudales o rápidos de Honda, al frente el hoy Corregimiento de Puerto Bogotá, Guaduas (en ese entonces pertenecía a Honda ), a la derecha de la ilustración, Playa de Brujas y el Cerro Cacao en Pelota en el hoy barrio Pueblo Nuevo, la Quebrada Seca, y en primer plano,  el gran playón que se formaba en la desembocadura entre la Quebrada y el río Magdalena, y era sitio de salida y arribo de los ciudadanos del sur.
Cerca a ese playón quedaba el puerto El Retiro, hoy Museo del Río Grande de la Magdalena, De aquí partió Mutis con el Virrey Zerda en 1761, y Humboldt con Blonpland  en 1801, hacia el puerto de Bodeguitas, para continuar por el camino real, rumbo a Santa Fe
La perspectiva de esta ilustración es fenomenal.
Texto: Tiberio Murcia Godoy. Mayo  8 de 2020. Tiempo de Covid
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Ilustración tomada de:

sábado, 2 de mayo de 2020

Mi papá fue un gran trabajador…por Rafael Alfredo Colón Torres

...Señor Don Rafael Colón Bocanegra

Desde pequeño lo recuerdo perfectamente; siempre quiso vivir cerca de su casa paterna, una gran manzana de mi abuelo Alfredo Colón, junto a la orilla de las aguas heladas del río Gualí; lo que ganaba mi padre, no alcanzaba sino para un arriendo en la misma cuadra donde de niño esperaba a mi abuelo, cuando traía en la madrugada canecas llenas de pescado del Magdalena; con profundo amor, mi papá lo esperaba junto con sus hermanos, y en familia preparaban pescado asado, en un horno de barro.

El amor a sus padres, los bellos recuerdos de infancia, lo acercaban a vivir en la misma cuadra; por eso, vivimos con mamá y mis hermanos, arrendados en tres casas del camellón de los carros, una de las primeras calles que surgieron en la hermosa Villa de Honda.

Las casas gozaban de amplios patios donde mi papá sembraba, maíz, ahuyamas, ají, plátanos y naranjos dulces. Teníamos un conejo, gallinas, (nuestra favorita: una saraviada y tuerta); habían ovejas, perros, y patos. Mi mamá tenía lo necesario para alimentarnos y mi padre comenzó a trabajar en el ministerio de obras públicas, empleo que le ayudó a conseguir el Dr. Julio César López, muy querido cuñado de mi padre.

Mi papá iba al trabajo en bicicleta, luego, cuando un carro del ministerio, lo recogía, yo lo esperaba en la esquina; cuando se acercaba la hora de su llegada, con mis hermanos corríamos hasta el carro que lo dejaba a la hora del almuerzo. Mi papá abría sus grandes brazos y nos arropaba a los tres hermanos, llenándonos de besos y caricias; a Luis, el menor, lo subía en sus hombros; a mi hermano Jorge y a mí, a uno en cada brazo; era fuerte, atlético, cruzaba el Magdalena por varios puntos y se zambullía durante las noches, con los pescadores del remolino, a despegar atarrayas, cuando se atascaban en las piedras del fondo del río.  

Mi linda mamá, se unía a nuestra algarabía, y mi papá la besaba con nosotros aún en sus brazos; alegres compartíamos la mesa.

Mi papá nos jugaba; siempre fue muy cariñoso; amoroso; de noche se levantaba y nos arropaba; nos llevaba a elevar cometas, nos llevaba a pescar al río; nos conducía a montar la bicicleta, a pegarle al balón; nos hacía trompos de madera con sus manos en el torno de su trabajo, nos hizo bates de guayacán, y con los balones viejos, nos hizo las manillas de cada base; fabricaba las pelotas con un alma de balín y esparadrapo; quedaban iguales a una pelota de béisbol.

Mi papá tapaba las goteras del techo, arreglaba radios, relojes, hacía joyería por herencia de un tío; arreglaba ventiladores, antenas de televisión, ponía la energía en casas de amigos, hacía detergentes, leía las fórmulas químicas que le había dejado el abuelo; en las noches, yo lo acompañaba a hacer declaraciones de renta, pues debía hacer otros oficios, porque el salario de su trabajo, no le alcanzaba para todos los gastos del hogar. Mi padre hacía puertas y ventanas de hierro, soldaba a rayo de sol para entregar los pedidos, tuvo una tienda con mi mamá que le llamamos “Los tres hermanos”; le fiaba pan y provisiones a los vecinos, que pagaban a final de mes.

La primera casita que compró con ahorros a la Caja Agraria, él mismo la pañetó, con el maestro Jacinto; pusieron los pisos, hicieron las puertas, los baños, y todas las mejoras, pues la casita, mis padres, la recibieron en obra negra; a los pocos meses de vivir en esa linda casita, gestionó para que pavimentaran la calle.

Mi papá trabajaba mucho y ayudaba a sus compañeros; era solidario y buen amigo; le gustaba charlar, tenía un buen lenguaje; solo hizo hasta segundo de primaria; poseía cualidades de líder; fue nombrado presidente del sindicato de trabajadores del ministerio de obras públicas con sede en Honda y jurisdicciones vecinas; ayudó a gestionar tierras donde se construyó un barrio para los obreros del ministerio; subía a Bogotá en Rápido Tolima, Expreso Bolivariano, o Taxi, a la sede de la UTC, para gestionar las cesantías y garantías laborales de sus compañeros; yo lo acompañé varias veces a la sede de este sindicato en la carrera décima en el centro de Bogotá.

Los compañeros sentían sincero cariño por mi padre, formaron un equipo de fútbol; por su corpulencia, mi padre era defensa central; me enseñó a querer al Millonarios de Pedernera y Di Stéfano, de Carrizo y de Maravilla Gamboa; siempre fue diligente y consagrado, soñaba que fuéramos a las universidades; quería que mi hermano Jorgito fuera médico; me animaba a ingresar a la marina; siempre quiso el ejército, pues fue soldado de la patria; sirvió en un batallón con sede en Chita, un  pueblo al norte de Boyacá, fundado por un sacerdote en 1727; se alistó para ir a la guerra de Corea; si eso hubiera ocurrido, quizás no hubiera conocido a mi Santa mamá; alcanzó a ser corneta de la banda de guerra de su batallón y conocía perfectamente las dinámicas de las guerrillas liberales, de la violencia que desataron los partidos políticos; me hablaba de los horrores de Sangre Negra y de Desquite.

En nuestra adolescencia, logró hacer unos ahorros por sus buenas ventas en los trabajos de ornamentación, y nos llevó por primera vez a conocer el mar; en Cartagena puede observar a los guardiamarinas de la escuela naval y mi padre me insistía: “mijo; ojalá se presente en la marina”. Desde entonces me enamoré de la Armada Nacional de Colombia; mi papá tuvo que trasnochar para conseguir los fondos que significaban la matrícula en la Escuela Naval de Oficiales Almirante Padilla.

Hoy, día internacional del trabajo, día de los trabajadores, lo recuerdo con profundo amor y cariño; él fue mi gran amigo, mi ejemplo para el trabajo; me decía que el trabajo había que merecerlo, que nunca faltaría; poseía una fe portentosa: siempre hay que hacer, hay que inventar, hay que diligenciar, hay que gestionar; mijo: el trabajo es bendito.

Mi papá fue un incansable y gran trabajador; amaba lo que hacía; lo que llevaba a nuestra casa, lo ganaba con el sudor de su frente; con su ejemplo, me enseñó a amar a Colombia, me enseñó a respetar, a querer a la gente.

Nunca lo noté cansado, ni sentado en horas de trabajo; en sus oficios silbaba, boleros y bambucos, pasillos y guabinas; noté siempre en él un entusiasmo sin igual en todo lo que emprendía; se levantaba temprano; cuando trasnochaba por hacer otros oficios, no fallaba a su trabajo formal.

Mi padre amó lo que hacía; nos enseñó que las oportunidades de trabajo, siempre existen; al final, ya jubilado con el salario mínimo, comenzó a vender casas, fincas; incursionó en el mercado inmobiliario de Honda; se transformaba; se reinventaba; aprendió a hacer pan aliñado, tan rico como el de la panadería El Néctar de Mariquita; hacía despachos y vivimos de sus ventas; nunca lo vi temeroso porque le faltara el trabajo; siempre confiaba en que conseguirá que hacer, para llevar la carne del día a casa.

En nuestro hogar, tuvimos estrictamente lo necesario, y si nos faltaba un juguete, mi padre lo inventaba; nos hizo carros de balineras, le puso un pito de corneta, y un freno con resorte, de donde pendía una chancleta de llanta de carro. Antes de partir al cielo, mi padre tuvo la gran alegría de saber que mi hermano menor, también se hizo oficial de la marina de Colombia. Siempre otro querido hermano, el que me sigue, ha estado velando muy cerca a papá y mamá. 

Hoy lo recuerdo mucho en este día, y le doy gracias a Dios por haberme regalado un papá tan lindo; un trabajador consagrado; tengo la absoluta certeza, que desde el cielo, anima a nuestras familias, y que hoy descansa tranquilo en los brazos de Dios.
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Feliz día del trabajo….

Escrito en Chía, el día viernes 1 de mayo, del año 2020, siendo las 14:52 horas, en un día con llovizna pertinaz y feliz

Tomado de:https://rafaelcolontorres.blogspot.com/2020/05/mi-papa-fue-un-gran-trabajador.html?fbclid=IwAR3HxYhq0bdphdjRlAjIurOVqJYEKdQ4Tdr71BSXl7eV1ih02HhziWdVwFs