Recorrerlos permite entrar en contacto con la época de la Colonia,
la Independencia y la República.
.
Recorrer las calles de la Honda colonial es un deleite para el espíritu;
Al caminar por la Calle de las Trampas, el viajero
ilustrado se traslada a los años de la Colonia y de
los caballeros y se imagina los séquitos y los
carruajes de los engominados virreyes José Solís, Antonio Amar y
Borbón y del cruel Juan Sámano, que aquí se alojaban en sus viajes
entre España y Santafé.
Visitada la zona de los indios ondaimas y gualíes por Gonzalo
Jiménez de Quesada, la ciudad fue avistada por Jiménez de Quezada
en 1539
Felipe IV la dotó con escudo de armas de la Casa de Austria y de los
Borbones.
Honda fue una ciudad valiente durante la Independencia. Durante la
Patria Boba declaró su independencia de España y del estado de
Cundinamarca. En 1816, los hondanos colgaron de la horca y
quemaron los retratos de Carlos IV y de Fernando VII. Pero se les
escapó Juan Sámano, que después de la batalla de Boyacá huía hacia
España y se embarcó en Honda. También allí se embarcó Bolívar en su
viaje a Santa Marta en 1830 y debió pagar con un empréstito los
champanes que lo llevaron a su último destino.
Impacta la plaza de mercado de Honda con sus 148 columnas y 108
portales. Dos museos de obligada visita son el de Alfonso López
Pumarejo y el del río Magdalena. Además del expresidente, aquí nacieron Pepe Cáceres y Alfonso Palacio Rudas.
Por Honda pasó la cultura que vino de Europa y “sus trebejos”, como
instrumentos musicales y libros. Es gracioso imaginar pianos subidos
a lomo de mula por los arrieros hasta Santafé.
Para el imaginario popular, Honda es la “ciudad de los puentes”. Son
40 sobre los ríos Magdalena, Gualí, Guarinó y Quebrada Seca. Tiene
el primer puente metálico construido en Suramérica, el puente
Navarro en el siglo XIX. Otro título que engalana a la ciudad es Villa
de la Paz, pues por allí no pasó la violencia de los años 50.
Honda celebra el Festival de la Subienda entre enero y marzo,
cuando los peces remontan el río luego del desove en las ciénagas del
norte del país. El bagre, el capaz, el bocachico y el nicuro esperan a
los visitantes que por miles bajan de Bogotá y vienen del interior del
país.
No pude escoger mejor compañero para hacer el Camino Real de
Honda a Bogotá, que a Mauricio Soler, cartógrafo de la CAR
Cundinamarca. Con su habilidad nos fue posible encontrar
fácilmente los tramos del camino que pudimos recorrer.
En aquellos tiempos, este se recorría en tres apretados días, nosotros
lo hicimos en seis, en dos etapas de 3 días cada una. Alfonso de
Olalla y Hernando de Alcocer hicieron por mandato de la corona el
Camino a costa de su bolsillo y cobraban peaje por carga para
recobrar la inversión. Eran de 23 a 24 leguas, 15 entre montañas y el
resto en la sabana. Las etapas eran Honda-Guaduas-Villeta-Albán-
Facatativá.
En Guaduas nos detuvimos. Allí nació Policarpa Salavarrieta. La
ciudad surgió como lugar de descanso y relevo para cargueros y mulas
en la ruta hacia Santafé. El lugar proveía excelentes pastos para las
mulas y fue centro importante de la Expedición Botánica, cuyo más
famoso pintor, Francisco Javier Matiz, nació aquí.
El rey de España concedió a Guaduas escudo de Armas. En Honda se
conseguían dulces y perfumes de la Casa Guerlain de París o de la
Casa Morton de Londres, traídos desde Cartagena y en camino hacia
Santafé.
ANDRÉS HURTADO GARCÍA - PARA EL TIEMPO Fotografías y textos
Honda: atractivos turísticos e historia de esta población del Tolima - Viajar - Vida - ELTIEMPO.COM
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