El Colegio General Santander, mi colegio para toda la vida, mil y más gratos recuerdos, los mejores de mi época de estudiante. En aquellos tiempos no hablábamos de derechos humanos, pero sí del respeto por los demás y de la convivencia, no burlarnos de la gente en ningún momento ni circunstancia. Los profesores fueron personas respetuosas y respetables, los mejores del mundo, los compañeros inigualables. Es del espíritu del colegio y de su filosofía hablar de los derechos humanos en este mundo contemporáneo tan complejo. Esos derechos se traducen en comportamientos sociales de amistad y actitudes de convivencia pacífica y constructiva. Muy bien por el colegio, por sus profesores y sus estudiantes, por la comunidad educativa.
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El Colegio General Santander, mi colegio para toda la vida, mil y más gratos recuerdos, los mejores de mi época de estudiante. En aquellos tiempos no hablábamos de derechos humanos, pero sí del respeto por los demás y de la convivencia, no burlarnos de la gente en ningún momento ni circunstancia. Los profesores fueron personas respetuosas y respetables, los mejores del mundo, los compañeros inigualables. Es del espíritu del colegio y de su filosofía hablar de los derechos humanos en este mundo contemporáneo tan complejo. Esos derechos se traducen en comportamientos sociales de amistad y actitudes de convivencia pacífica y constructiva. Muy bien por el colegio, por sus profesores y sus estudiantes, por la comunidad educativa.
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