la fuerte sequía afecta a 12 municipios donde acuecductos y el agro dependen del afluente.
El otrora Río Grande de la Magdalena se está secando. El intenso verano que azota a la región ha formado inmensos playones a su paso por Ambalema, ha secado los pastos para el ganado y encendido las alarmas en los municipios, que como Ambalema y Honda, se ven obligados a racionar el abastecimiento de agua para unas 100 mil personas.
El Magdalena ya no serpentea caudaloso por las tierras del Tolima. En algunas zonas el descenso en el nivel de caudal ha estado por encima de los 2 metros y en otros sectores casi 3. Muchos ribereños aseguran que en los últimos 30 años no habían padecido una sequía tan fuerte.
"Estamos mal, mi esposo que trabajaba en la hacienda Pajonales se quedó sin trabajo porque la sequía no les ha permitido sembrar y ahora estamos viviendo de lo poquito que el río nos da", señala Inyina Vargas Perdomo, habitante de Ambalema.
La sequía ha sido tan intensa que el ferry que transporta personas y carga, entre Ambalema y Gramalotal, puerto del municipio de Beltrán (Cundinamarca) está parado hace 15 días porque el bajo caudal del río no le permite navegar. Hasta el embarcadero que otorgó Cormagdalena es utilizado para amarrar las bestias de carga.
Álvaro Camargo, habitante y agricultor de Ambalema, de 80 años de edad, asegura que en su vida no había visto una sequía tan fuerte.
"Es muy triste ver el río así, los pastos se secaron y no tengo como alimentar al ganado, los subsidios que nos ofrecieron por las pérdidas no superan los 60 mil pesos, esto ya no es lo mismo como cuando los barcos a vapor (Pedro de Heredia, 11 de Noviembre o el Baraya) pasaban elegantes por el río, eso ya no lo volveré a ver", dice Camargo sin dejar de mirar al Magdalena.La sequía también esta afectando al vecino municipio de Beltrán. Su alcalde Gilberto Reyes Torres se mostró seriamente preocupado.
"Nos hemos visto afectados en el tema agropecuario porque la siembra de arroz depende del río Magdalena, de la energía y el abastecimiento de agua, esto obliga a los agricultores a parar, cerca de 800 personas se verán afectadas por el no cultivo de arroz", dice el mandatario.
Advirtió que ante la gravedad de la situación podría declarar la emergencia manifiesta en su municipio.
En Honda
En Honda el asunto no es muy distinto. El nivel del río Gualí, de donde se surte el acueducto del municipio, bajó dramáticamente su caudal, lo que obligó a las autoridades a tomar el agua del Magdalena y a racionar el abastecimiento semanalmente. Los pescadores que habitualmente llegan cada año para la Subienda esta vez no han podido pescar lo que en otros años en abundancia el río les daba.
"Yo estoy viniendo a Honda desde hace 20 años y hasta hace 5 años había buen pescadito, ahora no, hay que trabajar muy duro para conseguir lo del diario", dice Jose Eduardo Menza Riascos, artesano del Amazonas.
Jader Arce, oriundo de Neiva, señala que si hay pescado se come y con lo poco que le queda le da estudio a sus hijos. "Si no hay pescado, nos toca a la de Dios", asegura Jader, visiblemente preocupado porque para sobrevivir necesita diariamente 20 mil pesos que no los está dejando la pesca en el Magdalena.
RICARDO TORRES CORREA EL TIEMPO
El otrora Río Grande de la Magdalena se está secando. El intenso verano que azota a la región ha formado inmensos playones a su paso por Ambalema, ha secado los pastos para el ganado y encendido las alarmas en los municipios, que como Ambalema y Honda, se ven obligados a racionar el abastecimiento de agua para unas 100 mil personas.
El Magdalena ya no serpentea caudaloso por las tierras del Tolima. En algunas zonas el descenso en el nivel de caudal ha estado por encima de los 2 metros y en otros sectores casi 3. Muchos ribereños aseguran que en los últimos 30 años no habían padecido una sequía tan fuerte.
"Estamos mal, mi esposo que trabajaba en la hacienda Pajonales se quedó sin trabajo porque la sequía no les ha permitido sembrar y ahora estamos viviendo de lo poquito que el río nos da", señala Inyina Vargas Perdomo, habitante de Ambalema.
La sequía ha sido tan intensa que el ferry que transporta personas y carga, entre Ambalema y Gramalotal, puerto del municipio de Beltrán (Cundinamarca) está parado hace 15 días porque el bajo caudal del río no le permite navegar. Hasta el embarcadero que otorgó Cormagdalena es utilizado para amarrar las bestias de carga.
Álvaro Camargo, habitante y agricultor de Ambalema, de 80 años de edad, asegura que en su vida no había visto una sequía tan fuerte.
"Es muy triste ver el río así, los pastos se secaron y no tengo como alimentar al ganado, los subsidios que nos ofrecieron por las pérdidas no superan los 60 mil pesos, esto ya no es lo mismo como cuando los barcos a vapor (Pedro de Heredia, 11 de Noviembre o el Baraya) pasaban elegantes por el río, eso ya no lo volveré a ver", dice Camargo sin dejar de mirar al Magdalena.La sequía también esta afectando al vecino municipio de Beltrán. Su alcalde Gilberto Reyes Torres se mostró seriamente preocupado.
"Nos hemos visto afectados en el tema agropecuario porque la siembra de arroz depende del río Magdalena, de la energía y el abastecimiento de agua, esto obliga a los agricultores a parar, cerca de 800 personas se verán afectadas por el no cultivo de arroz", dice el mandatario.
Advirtió que ante la gravedad de la situación podría declarar la emergencia manifiesta en su municipio.
En Honda
En Honda el asunto no es muy distinto. El nivel del río Gualí, de donde se surte el acueducto del municipio, bajó dramáticamente su caudal, lo que obligó a las autoridades a tomar el agua del Magdalena y a racionar el abastecimiento semanalmente. Los pescadores que habitualmente llegan cada año para la Subienda esta vez no han podido pescar lo que en otros años en abundancia el río les daba.
"Yo estoy viniendo a Honda desde hace 20 años y hasta hace 5 años había buen pescadito, ahora no, hay que trabajar muy duro para conseguir lo del diario", dice Jose Eduardo Menza Riascos, artesano del Amazonas.
Jader Arce, oriundo de Neiva, señala que si hay pescado se come y con lo poco que le queda le da estudio a sus hijos. "Si no hay pescado, nos toca a la de Dios", asegura Jader, visiblemente preocupado porque para sobrevivir necesita diariamente 20 mil pesos que no los está dejando la pesca en el Magdalena.
RICARDO TORRES CORREA EL TIEMPO
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