Puerto de entrada a Santafé de Bogotá desde 1539, Honda vio pasar, en primera fila, la historia de Colombia. Por sus plazas, calles y barrios circularon conquistadores, virreyes, héroes de la independencia y presidentes de la república en su tránsito hacia el Caribe y hacia el mundo exterior. A cal y canto se levantaron edificaciones oficiales, bodegas, casas de representación comercial, bancos y consulados, que le dieron a la ciudad una imagen de solidez, acorde con su importancia estratégica que mantuvo hasta mediados del siglo XX. A este lugar cargado de historia llegaron tres amigos en busca de un lugar en el entorno del centro histórico, para construir un sitio de descanso. El terreno escogido estaba ocupado por tres bodegas con vestigios de muros coloniales, con vista al río y a los farallones que lo encajonan formando los raudales que dividen la parte alta y media del Magdalena. Cuenta Guillermo Arias, arquitecto de la Universidad de los Andes, cómo en las primeras reuniones de diseño, cada uno de los clientes comenzó a especificar las características de su espacio particular. Previendo un laberinto de cuartos cerrados y espacios restringidos, Arias y su socio Luis Cuartas, arquitecto javeriano, propusieron un conjunto de áreas en el que nadie fuera dueño de nada… en el que todo fuera de todos, en el que la experiencia de estar no se limitara por los formalismos de un requerimiento funcional convencional.
La estructura de madera de una antigua bodega cubre una sala de casi 8 metros de altura. Sobre el piso de cemento, los muebles sobre ruedas pueden acomodarse de manera ilimitada
Como un río de montaña, la piscina recorre la construcción en distintos niveles, abriendo diversas áreas de sol y sombra bajo los árboles
Grandes muros que conducen la brisa y tramados de acero que filtran la luz se suman al agua y a los árboles para generar un microclima fresco que contrasta con las altas temperaturas del valle del Magdalena.
Austeridad de monasterio y amplitud de palacio. Características de un diseño de Arias y Cuartas que combina elementos restaurados, ruinas y arquitectura actual. Piso de cemento sin dilataciones. Patio de baldosa cerámica de Ambalema. Lavamanos tallado en mármol.
Sobre una base de acero y concreto, la gran isla de mármol de la cocina recuerda los mesones de los tradicionales pabellones de comidas de las plazas de mercado del Tolima.
TOMADO DE: http://www.revistaaxxis.com.co/noticia.php3?nt=25000
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