Judicial 31 Ene 2009 - 10:00 pm
Colombia amanece este domingo contagiada por la emoción colectiva que producen las mediáticas liberaciones. La conmovedora escena, que tiene una particular discriminación con los secuestros extorsivos, se ha repetido una y otra vez durante 40 años de historia con dilatadas negociaciones o emblemáticas movilizaciones sociales que desencadenan en gestos de libertad.
Esta no es la excepción, el país está en oración para que los políticos Alan Jara, Sigifredo López y los cuatro uniformados lleguen a salvo al regazo de sus hogares. La solidaridad y presión del ciudadano común ha desempeñado un papel trascendental cuando de romper cadenas se trata.
Y este, como otros gobiernos, ha cedido ante la urgencia que ameritan las liberaciones. El presidente Álvaro Uribe Vélez había decidido suspender a Piedad Córdoba la autorización para que hiciera el papel de facilitadora en gestiones de paz, luego de las dificultades que surgieron con la participación de Venezuela en los más recientes procesos. Sin embargo, el sorpresivo comunicado de las Farc del pasado 21 de diciembre, con el anuncio de la salida de seis secuestrados, cambió nuevamente las reglas de juego: el Gobierno aceptó que la congresista se incorporara al proceso, así como al Comité Internacional de la Cruz Roja. La senadora tiene la esperanza de que vengan más liberaciones y la oportunidad para sentarse a buscar el acuerdo humanitario.
Históricamente, las convicciones políticas o la justicia han tenido su cuota de sacrificio por la importancia de lo que significa la privación de la libertad. Se han hecho despejes, canjes, acuerdos económicos y negociaciones por encima del pulso del poder. Aquí recordamos algunos regresos históricos.
Los nueve días de Londoño
El secuestro del ex ministro de Relaciones Exteriores Fernando Londoño cerca de Manizales el jueves 9 de julio de 1970 puso al Gobierno entre la espada y la pared. Desde el primer contacto los secuestradores le informaron a la familia que debía pagar cuatro millones de pesos por la devolución del ex canciller. En medio de la tensa situación, el gobierno de Carlos Lleras desplegó intensos operativos de Policía, Ejército y DAS y luego anunció una recompensa. Horas después, el Presidente recibió una carta de Londoño, quien presionado por sus captores le pidio desistir de operaciones militares. El 18 de julio Londoño fue liberado en Honda (Tolima) y su familia negó la consignación por el rescate.
Toma de la Embajada
El 27 de febrero de 1980 la columna “Jorge Marcos Zambrano” del M-19 se tomó cinematográficamente la sede de la Embajada de República Dominicana en Bogotá, dejando consigo a 57 personas como rehenes. Su pedido era contundente: exigía al Gobierno la liberación de 311 prisioneros guerrilleros a propósito del aniversario de su independencia. La extensa negociación de dos meses, que incluyó la entrada de víveres, obligó al Gobierno de Julio César Turbay Ayala a pagar un millón de dólares.
Entre los rehenes estuvieron el Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Angelo Acerbi, y a 14 embajadores acreditados que estaban invitados a un almuerzo.
Tomado de:Esta no es la excepción, el país está en oración para que los políticos Alan Jara, Sigifredo López y los cuatro uniformados lleguen a salvo al regazo de sus hogares. La solidaridad y presión del ciudadano común ha desempeñado un papel trascendental cuando de romper cadenas se trata.
Y este, como otros gobiernos, ha cedido ante la urgencia que ameritan las liberaciones. El presidente Álvaro Uribe Vélez había decidido suspender a Piedad Córdoba la autorización para que hiciera el papel de facilitadora en gestiones de paz, luego de las dificultades que surgieron con la participación de Venezuela en los más recientes procesos. Sin embargo, el sorpresivo comunicado de las Farc del pasado 21 de diciembre, con el anuncio de la salida de seis secuestrados, cambió nuevamente las reglas de juego: el Gobierno aceptó que la congresista se incorporara al proceso, así como al Comité Internacional de la Cruz Roja. La senadora tiene la esperanza de que vengan más liberaciones y la oportunidad para sentarse a buscar el acuerdo humanitario.
Históricamente, las convicciones políticas o la justicia han tenido su cuota de sacrificio por la importancia de lo que significa la privación de la libertad. Se han hecho despejes, canjes, acuerdos económicos y negociaciones por encima del pulso del poder. Aquí recordamos algunos regresos históricos.
Los nueve días de Londoño
El secuestro del ex ministro de Relaciones Exteriores Fernando Londoño cerca de Manizales el jueves 9 de julio de 1970 puso al Gobierno entre la espada y la pared. Desde el primer contacto los secuestradores le informaron a la familia que debía pagar cuatro millones de pesos por la devolución del ex canciller. En medio de la tensa situación, el gobierno de Carlos Lleras desplegó intensos operativos de Policía, Ejército y DAS y luego anunció una recompensa. Horas después, el Presidente recibió una carta de Londoño, quien presionado por sus captores le pidio desistir de operaciones militares. El 18 de julio Londoño fue liberado en Honda (Tolima) y su familia negó la consignación por el rescate.
Toma de la Embajada
El 27 de febrero de 1980 la columna “Jorge Marcos Zambrano” del M-19 se tomó cinematográficamente la sede de la Embajada de República Dominicana en Bogotá, dejando consigo a 57 personas como rehenes. Su pedido era contundente: exigía al Gobierno la liberación de 311 prisioneros guerrilleros a propósito del aniversario de su independencia. La extensa negociación de dos meses, que incluyó la entrada de víveres, obligó al Gobierno de Julio César Turbay Ayala a pagar un millón de dólares.
Entre los rehenes estuvieron el Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Angelo Acerbi, y a 14 embajadores acreditados que estaban invitados a un almuerzo.
http://www.elespectador.com/impreso/articuloimpreso113632-se-acaba-espera
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