viernes, 18 de febrero de 2011

El Machín: erupción 'la macha' por Ándres Hurtado García

Visité por primera vez el volcán Machín en el año de 1978; hace, pues, 32 años, y lo hice en compañía, entre otros, de Hugo Gallego Arbeláez. Lo llamamos el volcancito y nos reíamos porque de macho no tenía nada. Entre otras cosas, casi no lo encontramos.
Fuimos por la carretera que une a Ibagué con Salento (Quindío) y que sigue en grandes líneas el camino real que transitaron Humboldt y Bolívar y que pasa por la entonces famosa fonda de El Toche. Ese camino real ascendía por la Cordillera Central y la coronaba en el sitio denominado La Ceja, exactamente al norte del paso de La Línea.
En La Ceja se encuentran los tal vez más grandes, bellos y tupidos bosques de palma de cera del Quindío, nuestro árbol nacional. Esta carretera, que está en muy mal estado, sería la alterna para cuando la principal, la que recorre Ibagué-Cajamarca-Calarcá-Armenia, se inutilice temporalmente por cualquier causa. Y digo que casi no encontramos el tal Machín.
Hicimos tres intentos desde la carretera subiendo a ciegas por entre un bosque tupido para tratar de dar con el cráter. En el tercer intento, lo logramos. El tal volcán nos daba risa; era un espacio tan grande como una cancha de baloncesto, en una loma bastante pendiente; allí, en medio de la vegetación, había unas fumarolas que vomitaban vapores inocentes; quiero decir que eran blancos y no tenían el típico olor de los huevos podridos, o sea, del ácido sulfhídrico. Regresamos de esa excursión un tanto decepcionados del tal Machín; eso no era un volcán, sino unas cuantas fumarolas despistadas y decíamos que eran respiraderos lejanos del volcán nevado del Tolima.
Regresé al mismo sitio, al final de la década de los 90, en compañía de Wilfredo Garzón y Luis Alfonso Avellaneda, entre otros. Y encontramos lo mismo. Esta vez llegamos más rápidamente a las tales fumarolas.
Ahora, año 2010, resulta que el volcancito no es para reírse, sino la más terrible amenaza volcánica de Colombia, y lo dicen Ingeominas y la prestigiosa Martha Lucía Calvache, vulcanóloga del mismo instituto. Nosotros creíamos que el cráter eran esas inocentes fumarolas.
Y no es así. Sucede que la lomita donde las encontramos es uno de los domos que se levantan exactamente en la mitad del cráter, que tiene 2,4 kilómetros de anchura y dentro del cual hay en la actualidad varias fincas.
Es un cráter verde, fértil y cultivado. Néstor Jaime Ocampo Giraldo, de la Fundación Cosmos, de Calarcá, se ha preocupado por alertar a los colombianos sobre el inmenso peligro que representa este 'volcancito' de mis andanzas. Me ha llegado un informe suyo, del que utilizo algunos datos.
El volcán Machín tiene dos maneras de hacer erupción y una de ellas es externa. Copio textualmente: "Afectaría la falla de San Andrés, que recorre todo Colombia Y EN CONSECUENCIA ACABARÍA MEDIO PAÍS CON UN TERREMOTO". Así de sencillo. Tanto la Fundación Cosmos como Ingeominas están preocupados porque ni el Gobierno ni los colombianos han prestado la atención debida a este volcán, en materia de prevención y preparación para un posible desastre de esas apocalípticas proporciones.
Tal como advierten los informes sobre el Machín, los estudios realizados son muy serios y la erupción sería de efectos catastróficos, como para no tenerlos en cuenta y no preocuparse.
En mi próximo artículo volveré sobre el mismo tema para ilustrar y preocupar seriamente, sin infundir pánico. Otro tipo de erupción sería el externo, igualmente desastroso. El asunto es de máxima importancia.

Publicación eltiempo.com Sección Editorial - opinión
Fecha de publicación 16 de noviembre de 2010
Autor Andrés Hurtado García
Tomado de:
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-8367904

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