viernes, 13 de noviembre de 2015

Reportaje gráfico de la inauguración de la "Biblioteca Alfonso Reyes Echandia" de COREDUCACIÓN

 Aspectos de la inauguración del Edificio Biblioteca Alfonso Reyes Echandia
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 Ministro de Justicia a la izquierda de la fotografía
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 Palabras del reverendo Luis Edurado Nieto Lucena
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 Palabras de Guillermo Pérez Flórez
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 Palabras de Efrain Galeano Enciso
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 Palabras de David Ramón Caldas
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 Palabras de German Ordoñez
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 Palabras de Alfonso Reyes Alvarado. Rector Universidad de Ibague
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 Palabras de Yesid Reyes Alvarado. Ministro de Justicia
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Fotografía; Yecid Garzón Roa..

Fotografías. Esp. Tiberio Murcia Godoy
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PALABRAS EN LA INAUGURACIÓN DE LA “BIBLIOTECA ALFONSO REYES ECHANDÍA
COREDUCACIÓN. Honda, 13 de noviembre de 2015
Néstor Hernando Parra Escobar

Agradezco al Señor Rector, Dr. David Ramón Caldas, la oportunidad que me brinda de hilvanar unas cuantas ideas en este acto testimonial de la memoria de Alfonso Reyes Echandía, al designar con su nombre  a la biblioteca de la institución cuyo edificio hoy se inaugura, y al colega y amigo Guillermo Pérez Flórez  por la amabilidad de leer estas palabras, ante mi obligada ausencia.
Se cumple esta ceremonia treinta años después de la inmolación, junto con otros ilustres magistrados de la Corte Suprema de Justicia, del más  respetable exponente tolimense de mi generación, clamando pública e inútilmente ante el Presidente de la República ordenar al Ejército Nacional el cese el fuego --“Que no disparen más”--,  es decir, implorando el imperio de la razón y la palabra por sobre el de la fuerza ciega y enceguecedora de las armas.  Bastaban tres palabras.
Palabra,  la misma  de la que se vale el Derecho, la Justicia, la Filosofía, la Ciencia, la Literatura y, en últimas, el ser humano en cuanto le permite relacionarse con sus congéneres, y construir la narrativa de la Historia que recoge la acumulada evolución de lo que conocemos como civilización, comenzando por la barbarie.
Reyes Echandía nace a la imperecedera posteridad de la Historia, y se le consagra mártir, en el templo y ante el dios de la Justicia, a la que  dedicó su existencia y sirvió con sabia ejemplaridad  como maestro, magistrado, investigador y escritor, la que iluminó el sendero de su existencia, la misma que le llevó a encabezar una huelga estudiantil en el Instituto General Santander, aquí en Honda, denunciando las deficiencias de la educación y exigiendo una mejor calidad, causa social justa a la que se unió el rector del colegio, por la que el estudiante fue expulsado y el rector destituido.  
Grata coincidencia que sea en esta misma ciudad donde se consagre su memoria en esta biblioteca -el templo que guarda y tiene abierto el libre acceso a la palabra-, en la institución que el pasado 8 de julio cumplió 34 años de vida jurídica, creada por un grupo de ciudadanos, empresas y entidades cívicas bajo el impulso de la Cámara de Comercio de Honda y la colaboración de la Asociación para el Desarrollo del Tolima, con el propósito de contribuir a la ampliación de oportunidades reales del derecho a la educación de la juventud de esta región nortetolimense.
Por esta biblioteca pasarán generaciones de alumnas y alumnos, profesoras y profesores, ciudadanas y ciudadanos en busca de conocimiento. Quizá ninguno de ellos conoció a Alfonso Reyes Echandía, el hombre fruto de sus actos, el que se fijó su propio propósito de ascenso como ser humano, quien abrió, con determinación y fe en sí mismo, su propio camino, el estudiante insuperable y el ciudadano digno de imitar, el docto maestro del Derecho, el magistrado probo, el tolimense representante de nuestros auténticos valores éticos, uno de esos que de verdad dejan huella y sirven de referencia a las nuevas generaciones, el mártir de la República en una de sus etapas más negras de la historia…No lo conocieron, pero todos esos desconocidos le recordarán.   
A la nueva estirpe Reyes Echandía le sucede la Reyes Alvarado con claros perfiles de prolongación y honra de los valores que motivaron a su ilustre padre por los laberintos de la intelectualidad y del servicio público en el más amplio sentido de la palabra. Entre ellos, están aquí presentes Alfonso, el Rector Magnífico de la Universidad de Ibagué, humanista forjado en las disciplinas clásicas y también de la posmodernidad, constructor de modelos de educación superior de calidad al servicio del desarrollo de la región; y Yesid, consagrado jurista, hoy Ministro de Justicia, justo en el momento en que están a punto de acordarse las bases para “el cese el fuego” entre las FARC y las Fuerzas Armadas de la República, cuando se empieza a diseñar el modelo de Justicia Transicional y a construir el Derecho del Posconflicto, ese que se caracteriza por ser un derecho en formación, a la medida de las circunstancias, en cuanto permita conciliar justicia y paz, facilite conocer la verdad, reparar el mal, prevenir la repetición, abrir  avenidas de incorporación a la civilidad a los alzados en armas... Igualmente, edificar el puente entre el  obligado y sufrido “estado de guerra” de las fuerzas militares y el “Estado de Derecho” en el que han de cumplir la función fundamental de garantizar la seguridad ciudadana y la de guardianes de la soberanía nacional.
Para que unos y otros,  nosotros todos, contribuyamos a que en Colombia tengan vigencia  los ideales contenidos en el código ético universal de los derechos humanos, nos reconozcamos en los otros, derrotemos el miedo a la paz, superemos el statu quo de la confrontación armada, seamos actores de la revolución  de la paz, la que nos permitirá rescatar la esperanza, la convivencia, el imperio de la razón y la palabra… Para “que no disparen más”.
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Coincide este acto con los 30 años de la catástrofe natural más grave de la reciente historia de Colombia, la que arrasó a la próspera ciudad de Armero y a buena parte del norte del Tolima, cuando murieron  miles de coterráneos, entre ellos muchos amigos y amigas, así como varios de los fundadores, profesores y alumnos de la recién fundada Coreducación. Tragedia en la que también se desestimaron voces que clamaban, en ese caso, prevención ante una desgracia anunciada y que, de haber sido atendidas, hubiera salvado muchas vidas.
Además de la pérdida de miles de conciudadanos, el impacto en la región sobre la economía y la sociedad fue severo: la capacidad productiva se redujo drásticamente y el tejido social se deshilachó. En Coreducación, la ciudad universitaria que ya empezábamos a construir fue inhabilitada por el desbordamiento del Gualí, la matrícula, de un año al otro, disminuyó  en dos terceras partes, de 333 a 111 estudiantes, por lo que en lugar de ejecutarse el plan de desarrollo rigurosamente concebido,  la institución entró en una de las etapas más difíciles de su historia, superada gradual y difícilmente ante innúmeras circunstancias adversas. A esos conciudadanos fallecidos, hombres y mujeres, nuestro respetuoso y silencioso recuerdo; a sus familiares, a las víctimas sobrevivientes, nuestra voz de cálida fraternidad y afecto.
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Pronto, el próximo 30 de enero, estaremos celebrando los 34 años de funcionamiento de Coreducación, oportunidad que ha de servir para profundizar en el análisis del camino recorrido, comenzando por el satisfactorio registro de más de dos mil egresados. Ocasión para mejor asimilar el impacto de la globalización, de la nueva sociedad del conocimiento en las limitadas condiciones de nuestro entorno, del cambio que la comunicación y la información digitales imponen al ser humano, a la sociedad y también a las instituciones de educación superior. Tiempo para asumir el nuevo papel que le corresponde  en la construcción de convivencia -la concreción de la paz-, en todas las comunidades, comenzando por las rurales.
Circunstancia especial para acordar la hoja de ruta de la institución a fin de continuar contribuyendo a que la juventud se prepare para vivir y realizarse como humanos en una sociedad en la que el afán individual de la supervivencia tendrá que ceder ante el compromiso superior y común de la convivencia. Una sociedad global en la que el cambio ya no es el signo de la época, sino la velocidad a la que se suceden los cambios, pero en la que alumbrará un humanismo tecnológico en el que han de primar  la razón, el sentido común, principios filosóficos y valores éticos.
Nuestra institución, de carácter tecnológico, que desde su fundación legítimamente aspira a convertirse en institución universitaria para mejor satisfacer las aspiraciones de la juventud de la región, ha de proyectarse partiendo de bases sostenibles en todos los campos: el académico, que debe preparar al profesional para el siglo XXI y no para el XX, como aún perseveran tantas instituciones; armonizando  ciencia, tecnología y humanidades, para mejor formar al nuevo ciudadano en valores y capacidades; también el administrativo, para que la gestión, además de transparente sea eficiente; y el financiero para facilitar un plan de desarrollo sostenible, realista, concebido dentro de las limitaciones de la realidad del entorno socio-económico, pero atrevido en cuanto procuremos adivinar el futuro.
En ese ambicioso escenario, requerimos de cooperación de instituciones mayores que nos aporten metodologías, que nos ayuden a elevar la calidad de la educación, que nos impulsen a superar nuestras carencias, las propias y las de nuestra región. Por fortuna, hemos contado y esperamos seguir recibiendo la solidaria colaboración de algunas universidades entre las que destaca la Universidad de Ibagué, y en particular la de su Rector. Ojalá en su nuevo amplio proyecto de desarrollo institucional marchen de la mano la previsión y la audacia, para que su influjo se siga extendiendo generosamente a las diferentes latitudes del Tolima, y se logre crear un subsistema de educación superior territorial en el que Coreducación, conservando su autonomía, sea su base territorial en el norte del Tolima.
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Que este nuevo logro de Coreducación que hoy registramos, por el que merecen felicitaciones sus directivas al igual que los diseñadores y constructores de la biblioteca “Alfonso Reyes Echandía”, sea una  atalaya desde la cual rescatemos la revolucionaria esperanza de la paz.
Para ¡Que no disparen más!
Gracias.




1 comentario:

Jorge Bonil Reyes dijo...

La biblioteca es un centro de conocimiento, de relación y diálogo, es un elemento vivo en el inacabado e inacabable proceso de formación del espíritu y dinamización de la cultura. Honda se beneficia en muchos sentidos y ojalá esta realización genere más identidad y pertenencia. La academia presente en la municipalidad y en el corazón del ciudadano.