sábado, 30 de enero de 2016

En Honda esperan la pesca milagrosa, no llega la subienda


El Río Grande de La Magdalena está agonizando y, con él, quienes por siglos han vivido de sus riquezas. Hoy está en su nivel más bajo y la fabulosa y abundante migración de peces parece cosa del pasado.
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Robinson Dueñas lanza por enésima vez su atarraya, la recoge y al abrirla apenas ha pescado 2 tolombas, un pescado pequeño, plateado y lleno de espinas. Él trabaja en el campo, pero por esta época viene a Honda a pescar en el Magdalena aprovechando que en este tiempo empieza   la carrera de millones de peces que inician su recorrido desde diciembre para alimentarse y reproducirse en la parte alta del río.

Al igual que Robinson, miles de pescadores llegaban desde distintas regiones, se agolpaban a las orillas del afluente armados de chinchorros, cóngolos y atarrayas para atrapar las hordas de nicuros, bocachicos, bagres, capaz, sardinatas y otras especies que saltaban frenéticamente tratando de sortear las piedras y obstáculos que enfrentan en su recorrido que dura hasta marzo o abril.  
Hoy el río está en su más bajo nivel en muchas décadas, pescadores, habitantes, historiadores y autoridades de la llamada ciudad de los puentes, coinciden en que tal vez este año, en toda la historia del río Magdalena, no habrá subienda, “el maná de los pescadores”, dice el profesor Tiberio Murcia, encargado del Centro de Historia de Honda.
Sobre el puente Luis Ignacio Andrade, que une a Honda con Puerto Bogotá, todos los días se apuestan decenas de vendedores de pescado que compran el producto a quienes faenan abajo en el Magdalena. Sus caras lo dicen todo, nunca habían padecido una crisis como ahora por el escaso caudal de las aguas. El poco pescado que revenden está caro y es muy pequeño, pocos lo quieren comprar.
Orlando Olaya, tiene 39 años, comercia pescado desde niño, recuerda la abundancia de otras épocas, “eran toneladas, antes en un turno de un hora se sacaban 15 o 20 arrobas de nicuro, bocachico, bagre, pero ahora el bagre está en vía de extinción, los tamaños se han reducido, antes una sarta tenía 10 o 12 nicuros, ahora le echan 50 para que se note peso”. Añade que hubo subiendas en las que una sarta valía 500, 1000, 2000 pesos, hoy no se consigue por menos de 6 mil o 7 mil pesos. “Este año ha sido el más difícil para nosotros, yo creo que la subienda va a quedar en fotos, en el recuerdo”, comenta con desconsuelo.
Juan Sebastián Méndez tiene 18 años, es estudiante de bachillerato y pescador desde los 8. Lo encontramos debajo del puente, parado sobre gigantescas piedras que antes estaban cubiertas de agua. Llegó a las 7 de la mañana y hasta la una de la tarde sólo ha pescado 20 piezas pequeñas de nicuro, bocachico y mojarra. “Son para consumo porque por el tamaño no las compran, no me dan nada”. Antes en un día se ganaba en 6 horas 50.000 pesos, hoy ni siquiera 20.000 si logra una buena faena. “El río está muy seco, da tristeza, en esta temporada ya había subienda pero con esta sequedad no va haber”, dice en tono pesimista.
Arcesio Duque, otro comerciante, rememora que hace unos años se iba en un camión para la central de abastos en Bogotá, cargado de 20 o 30 arrobas de pescado y en un día se ganaba 500 o 600.000 pesos, “hoy no hay cómo llevarlas porque para recoger una sarta hay que esperar todo un día o varios días.”
Entre los más afectados por el cambio climático en Honda están los dueños de los restaurantes que toda una vida han ofrecido pescado fresco y abundante a los turistas que tradicionalmente llegaban a esa población buscando los exquisitos platos preparados a la orilla del río Magdalena.
En la popular avenida Pacho Mario, debajo del puente Luis Ignacio Andrade, era imposible transitar por la cantidad de vehículos cuyos conductores luchaban por encontrar un parqueadero cercano a los comedores populares. Hoy este lugar está vacío.
Uno de ellos lleva el nombre indígena del río: Yuma, lo atiende Maicol Mahecha, un joven profesional que lo gerencia. Cuenta que el pescado que ofrecen para sus platos lo traen en su mayoría de la Dorada, Puerto Berrío y Puerto Triunfo, por la escasez en Honda, lo que encarece los costos. “Por la escasez subimos los precios y reducimos las cantidades. Un viudo de capaz vale 20, 22, 25 mil pesos dependiendo del tamaño, antes eran grandes hoy son muy pequeños y los clientes se quejan.”
Al lado está el restaurante de doña Marta, que lleva su nombre, desde hace 15 años comenzó a trabajar allí. Señala que este año el fenómeno del niño ha sido el más cruel y por la reducción de la pesca le tocó incrementar el precio entre 2000 y 3000 pesos. “Hace 3 años un viudo de capaz valía 10.000 o 12.000 pesos, hoy vale más de 18.000 pesos. “La gente se queja porque dicen que teniendo el pescado aquí al lado porque tan caro y hay que explicarles que no hay aquí en el río. En subienda, ya en diciembre recibíamos el pescado pero este año no va a haber subienda”, añade resignada, doña Marta.
El alcalde de Honda, Juan Guillermo Beltrán, señala que allí 800 familias viven de la subienda, sin contar los que habitan las riberas. “Los hoteles, restaurantes, el comercio de ropa y electrodomésticos y lo fuerte de la economía se mueve en los primeros 6 meses del año por la subienda, son entre 1300 y 1400 las familias que viven del río Magdalena.”


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Beltrán advierte que es tal la recesión que padece el municipio, que la gente comienza a colgarse en el pago de los servicios públicos, no pagan impuesto predial, dejan de mandar sus hijos al colegio porque a veces no tienen para el desayuno o para comprar los cuadernos.
“Estamos esperando que unos 200 o 300 niños no se matriculen, la hotelería y los restaurantes se están quejando, los taxistas y demás transportadores también. Antes cualquier familia hondana compraba pescado suficiente y barato y lo mantenía congelado hasta junio cuando se acababa, hoy no se puede hacer porque no hay subienda”, enfatiza el Alcalde , quien le pide al gobierno reglamentar una política de pesca artesanal para revivir este sector y controlar los tamaños y métodos que nadie vigila.
El profesor Tiberio Murcia, recuerda que en 1972 subían por el río 80.000 toneladas de pescado y hoy no pasa de 20, los miles de pescadores que llegaban e instalaban sus cambuches ya no volvieron ,y otros ponen ilegalmente trasmallos, chinchorros y pescan con dinamita abajo de la Dorada, lo que ha contribuido a la disminución de las especies.
Además del fenómeno del niño, dice Murcia, hay otras factores que contribuyen a la agonía del Magdalena, “las represas del Quimbo, Betania, Prado y La Miel, el taponamiento de las ciénagas donde se reproduce el pescado, la deforestación, la agricultura en terrenos del río, los ganaderos destruyendo las riberas y la falta de autoridad, ya no existen el Inderena y el Inpa, que controlaban la pesca artesanal”.
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Actualmente Cormagdalena está sembrando centenares de miles de peces en algunas ciénagas, pero según los expertos, esos peces no tienen memoria y se quedan en el sitio, no desovan y por lo tanto no remontan el río.
Murcia considera que si no llueve será muy difícil que este año haya subienda, “para allá vamos porque no se protegió el río, de seguir así será historia, ya lo estamos viviendo, ya no capturan los nicuros y bocachicos con las medidas estipuladas , se capturan puntillas o pescados muy pequeños, antes entre Honda y Puerto Bogotá había entre 60 y 80 mil pescadores flotantes. Hoy no hay más de 200,” advierte el catedrático.
Alonso Echavarría está pensando en cambiar de oficio, su pequeño puesto de venta de pescado en Puerto Bogotá está vacío. “El río seco nos tiene muertos, esta es la peor época, nunca lo habíamos visto así. Que llueva duro, porque esto del río y la subienda es un cuento, no creo que vuelvan las viejas épocas.”
Lo que sí es seguro, haya o no pescado, es que el Carnaval de la Subienda que llega a su versión 48, se realizará este año entre el 25 y el 28 de febrero. “Lo que no podemos dar es un mensaje negativo a la población, a los empresarios, a los comerciantes de que el municipio va hacia atrás. Este será un carnaval cultural para recuperar las tradiciones, hacer el viudo de capaz en hoja de plátano enterrado a orilla del rio, competencias de canotaje, charlas sobre la historia del río y reinado”, enfatiza el alcalde de Honda, Juan Guillermo Beltrán.
Por ahora los pescadores claman al cielo para que llueva, imploran que haya subienda, rezan por una pesca milagrosa…
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Tomado de:
http://www.semana.com/nacion/multimedia/sequia-en-rio-magdalena-afecta-pescadores-de-honda/458490

1 comentario:

Jorge Bonil Reyes dijo...

Había una vez un río..., como comienzan los cuentos o leyendas o historias. En efecto, las subiendas fueron todo un acontecimiento ambiental, económico, social, cultural y folclórico, alcancé a conocer bagres de igual tamaño del pescador, cuando exponían los pescados en las afueras del costado occidental de la plaza de mercado, los capaces eran grandes y abundantes, los bocachicos también. Mientras observaba estas escenas tomaba avena helada de doña Lucía. También ví una subienda impresionante, los peces saltaban río Gualí arriba hasta los estribos del puente López, la gente los capturaba con canastos. Esto ocurrió hacia 1955 aproximadamente, por la noche era muy bonito ver las antorchas que usaban los pescadores alumbrando las orillas bajo el puente Luis Ignacio Andrade y algo más abajo. Es lamentable observar ahora nuestro río Magdalena, creo que sí está enfermo y ofrece poco aliciente a los pescadores y sus familias y a la población. Esta situación contribuye con el empobrecimiento de la ciudad y el desgano. La esperanza no se pierde, por supuesto, pero no es suficiente ni conviene crear infundadas expectativas.