7 de diciembre El País de Cali.
Que a pocos días de asumir Useche su credencial esté en vilo es una pésima noticia, tanto por la inestabilidad que afectará su Gobierno, como por la posibilidad de que se quede en el cargo el pusilánime, corrupto e ilegítimo gobernador Lourido.
Las elecciones locales no resuelven los problemas de ilegitimidad de la Administración Departamental. De una contienda electoral a otra, el balance es peor. No acertamos designando un gobernador decente que tranquilice, pues los últimos –y eso incluye al hoy vicepresidente Angelino– han sido voceros de mezquinos intereses que han generado más desconfianza.
No me gusta Useche, ni lo que lo rodea; su Gobernación va a ser un desastre. Aún si la tutela que lo favorece fuese revocada, no tendrá el pulso político para gobernar. Vendrán días difíciles, porque, como lo he dicho, estas tensiones empiezan con impugnaciones en el registro, luego con demandas, y terminan a bala.
Si en verdad alguien estuviese pensando en el Departamento, renunciarían todos los protagonistas de este enredo, a ver si por ese camino pudiéramos contar con elecciones transparentes y un mandatario a salvo de sospechas.
No hay con quién, lo que está pasando es la pesada herencia de una clase dirigente local a la que le quedó grande el Departamento.
Apéndice. Diego Martínez se sumó a los insultos en mi contra lanzados por otro columnista, valiéndose de mentiras y comparaciones infames. Según él, el haber sido Director del DAS me hace igual a los enjuiciados María del Pilar Hurtado o Jorge Noguera, quienes dirigieron esa institución en el Gobierno que él tanto aplaudió.
Martínez tuvo el arrojo de sostener que no respondí las calumnias, no obstante la contundencia de mi columna anterior, pero omitió referir que, después de haber padecido la persecución de muchos gobiernos, nadie ha podido involucrarme en crímenes, porque soy un hombre pulcro, no un “exfuncionario cuestionado”, como mentirosamente lo pregona la arbitraria y odiosa Aura Lucía Mera. No puede decir lo mismo quien, como Martínez, me tilda de intransigente por ejercer mi derecho a no tolerar calumnias cuando fui servidor público; él, que de funciones públicas nada sabe, y en cambio sí de reacciones violentas, por cuenta de las cuales se hizo judicialmente notorio.
A los promotores de la inicua campaña de solidaridad de clase organizada para exonerar a alguien sólo porque es un tradicional millonario y de paso para silenciarme, les notifico que no tengo que pedirle permiso a nadie para rechazar insinuaciones de que he faltado a la ley, ni para defender mi honra. La condición de rico personaje público no le da ningún derecho a nadie para, torticeramente, golpearme con la infamia de Enrique Gómez Hurtado. No crean esos arrogantes que les voy a poner la otra mejilla, para que se regodeen y se godeen.
Exhorto a esos cipayos a debatir, por ejemplo, quiénes sugirieron a las Farc secuestrar políticos y no industriales; por qué floreció el paramilitarismo en el Valle del Cauca, o el prontuario oculto de antecedentes penales de quienes imparten lecciones de ética. Tampoco le temo a ese debate: estoy listo para lo que sea.
En la últimas horas, el reconocido abogado emitió un comunicado en el que cuenta toda la historia de su salida del más importante diario del occidente colombiano.
Tomado de:
http://www.kienyke.com/2011/12/09/la-columna-que-saco-a-ramiro-bejarano-de-el-pais-de-cali/
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